Si nos limitamos a aprender pasos y no los mezclamos con los anteriores, o si sólo somos capaces de bailar siguiendo a nuestro maestro, estamos perdiendo buena parte del encanto de la danza oriental. La capacidad de todas nosotras para hacer nuestro este baile es algo muy satisfactorio, que nos permite sacar fuera todo lo que llevamos dentro y tener una terapia más para hacer frente a los problemas de la vida y, por qué no, a expresar la felicidad que en muchos momentos también nos llena.
Así que ahora os invito a poner en práctica las tres cosas que hemos aprendido: la colocación de la postura, el péndulo y el golpe de cadera. Deja que la música te envuela y ¡a bailar!.
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