lunes, 24 de septiembre de 2018

La danza oriental en la infancia

"Ojalá hubiese descubierto esta danza antes" es una de las frases que se suele repetir cada año en los grupos de iniciación a la danza del vientre. Las clases suelen estar formadas por mujeres de entre 30 y 50 años que, cuando se aproximan a este baile, se sorprenden de los múltiples beneficios físicos y mentales que experimentan y lamentan no haberse adentrado con anterioridad en esta disciplina.

Al igual que cualquier otra actividad artística como la música o la pintura, si observas que tus hijos sienten afinidad por la danza, es un gran acierto buscar qué estilo puede ser más afín a su carácter. Aunque es cierto que la danza oriental puede comenzar a practicarse a cualquier edad, también lo es que  cuanto antes comencemos a bailar, antes aprovecharemos sus múltiples beneficios y mayores posibilidades tendremos de poder desarrollar una carrera profesional como bailarinas.

Beneficios de la danza en los niños

La danza desarrolla en los niños algunas cualidades que irán mucho más allá de su clase de danza. Por eso, desde que abrí mi centro, introduje la educación infantil como disciplina y estamos obteniendo fantásticos resultados. 
En el plano mental, los beneficios son de gran relevancia. La danza es un ejercicio exigente, que enseña la importancia de la repetición para conseguir un objetivo y muestra que fallar una vez no supone no llegar a la meta, sino que el trabajo constante es lo que nos permite alcanzarla. Esta disciplina física y mental ayuda enormemente al desarrollo de la personalidad de los pequeños. El trabajo con la música y la expresión corporal fomenta su sensibilidad y ayuda mostrar sus sentimientos libremente. Mejora la autoestima y la socialización en los niños más tímidos. Además, contribuye al desarrollo del oído y la memoria. 
A nivel físico, la danza del vientre es un excelente ejercicio cardiovascular que estimula la circulación sanguínea y el sistema respiratorio. Contribuye a la creación de hábitos alimenticios saludables y hace que los niños incluyan la actividad física como parte de su día a día, evitando el problema de la obesidad o el colesterol infantil. El baile corrige la malas posturas al ayudar al desarrollo muscular y la forma de la columna. Además, con la danza se incrementa la elasticidad, se desarrolla la psicomotricidad y se mejoran el equilibrio y los reflejos. 

¿Cuándo comenzar a bailar?

Yo suelo recomendar que los niños comiencen a bailar entre los 3 y 5 años. A esta edad la actividad que realizamos en la academia es PREDANZA, donde trabajamos fundamentalmente la psicomotricidad desde el punto de vista lúdico. No queremos crear bailarinas precoces, pues a estas edades no se recomiendan ejercicios bruscos, el empleo de mucha fuerza o resistencia ya que la estructura ósea de los niños está en pleno desarrollo. Tampoco podemos pretender una prolongada concentración mental, que a estas edades es breve. Pero sí es importante generar buenos patrones de comportamiento en la clase y de respeto hacia el profesor y hacia otros compañeros.
A través del juego como herramienta principal y con la escucha de músicas para edades tempranas, los niños desarrollarán su capacidad expresiva y comunicativa a través del ritmo, la danza y el movimiento.

¿Y después qué? 

Entre los 6 y los 10 años pasamos a los niños a clases de DANZA INFANTIL. En este nivel seguimos trabajando de forma lúdica, pero comenzamos a introducir movimientos específicos de danza oriental y trabajamos más intensamente la memoria, el ritmo y la expresión de emociones. Comenzaremos a introducir elementos de la danza del vientre como bastón, velo, abanicos, melaya… Se concede gran importancia al calentamiento, a los estiramientos y a la relajación al final de la clase. La improvisación será un aspecto importante en estos niveles, ya que permitirá a los niños la libre expresión de sentimientos y emociones. La selección de la música será realizada en función de la preferencia de las alumnas. Nuestra intención es que se diviertan bailando y que la danza forme parte de sus vidas.  
A partir de los 11 años, las niñas pasan a clase de DANZA JUVENIL. En este nivel ya tienen claro si la danza oriental les apasiona o si desean adentrarse en otro tipo de baile. Se comenzará a limpiar la técnica oriental aprendida hasta ahora y se estudiarán movimientos básicos del ballet que contribuirán a la óptima higiene postural y a la elegancia y fluidez del movimiento. La elasticidad y la flexibilidad cobrarán gran importancia a partir de ahora. Se trabajará el oído con el estudio y aprendizaje de diferentes ritmos orientales básicos y con la escucha y diferenciación de los diferentes instrumentos melódicos. La selección musical incluirá a partir de ahora temas modernos de la música oriental, junto con otras músicas de corte más occidental. Continuaremos trabajando distintos elementos y estilos de la danza oriental. A partir de este nivel las niñas entran en el grupo de competición de nuestra academia, con el que buscamos motivarlas para alcanzar el nivel profesional.


La danza como forma de vida

Como hemos indicado al principio de esta entrada, hasta ahora la danza del vientre se había orientado fundamentalmente hacia los adultos. Sin embargo, desde hace algunos años, países como Rusia, Ucrania, China o Argentina, han apreciado la belleza estética de esta disciplina y la han introducido en sus centros artísticos poniéndola al mismo nivel que la gimnasia rítmica, el ballet, el flamenco o la danza contemporánea. 


Estos países mucho más disciplinados por lo general que los de la zona del Mediterráneo, han sabido ver que la danza oriental no es sólo lúdica, sino que también puede convertirse en un trabajo y una forma de vida. Las niñas tienen un excelente nivel de danza y desde tempranas edades comienzan a competir consiguiendo fantásticas marcas y superando en su ejecución y capacidad expresiva a muchas adultas. 

En los últimos viajes que he realizado a Egipto he observado la tendencia a tener a bailarinas cada vez más jóvenes sobre el escenario. Muchas de ellas provienen de países de Europa del Este. Son perfectas en la ejecución técnica y preciosas en sus capacidades expresivas e interpretativas. Son ellas las que hoy bailan en North Coast, los grandes hoteles de El Cairo, Sharm El Sheik y Hurgada. También son ellas las que comienzan a ganar importantes concursos internacionales compitiendo con adultas y las que empiezan a aparecer como "maestras" en los carteles de grandes y renombrados festivales de danza.

Bajo mi punto de vista, ser "maestro" o "maestra" es una palabra muy grande. Es un título honorífico que se concede a aquel profesor que tras una trayectoria de estudio profundo transmite enseñanzas valiosas. Pero lo que no podemos negar es que las pequeñas bailarinas son grandes en la ejecución de la danza y que una persona que comience a estudiar a los 3 años, a los 30 tendrá ya una trayectoria que hoy en día no poseen muchas de las personas que están enseñando actualmente en academias y centros formativos.

Por eso mi consejo es que, si crees que tu hija tiene actitudes, si siente afinidad por la música y las danzas orientales, no esperes a que cumpla los 18 para permitirle acudir a las clases. El baile no tiene edad y cuanto antes comience a practicarlo, antes experimentará sus múltiples beneficios. 


Si crees que tu hija tiene actitudes para la danza y vives en Madrid, te invito a traerla a alguna de nuestras clases en la ACADEMIA DE DANZA ORIENTAL SAHRA ARDAH, en la calle Valdesangil 69, 28039, Madrid. Contáctanos en academiasahraardah@gmail.com o en el teléfono +34657515441.



Visita nuestra web para conocer nuestro trabajo: www.sahra-ardah.com

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